La Palabra. Relatos

Aquí tienes nuestros relatos, reales o ficcticios, ¿qué más da? Las palabras te transportan a mundos, lugares y tiempos en los cuales puedes ser protagonista o simple espectador, tú decides. Lee, disfruta y siente.

Orgullosa de ser mujer (03/09/2019)

Sentada en aquella ladera pensaba todo lo que llevaba a sus espaldas, con un gran esfuerzo y mucho orgullo; estaba sacando adelante una casa y tres maravillosos hijos sanos y felices y por supuesto orgullosos de su mamá.

A veces sentía que desfallecía y que no podía más, pero las sonrisas de sus pequeños y el incondicional apoyo y ayuda de su pareja le hacían recordar que la vida es maravillosa más cuando ves que el esfuerzo de tu trabajo es recompensado sin pedir nada más a cambio que sentir su calor diario, sus abrazos reconfortantes, sus risas animándoles en los momentos de rendición, sus caricias alentadoras y, en resumen, su figura femenina que tan necesaria y satisfactoria es.

Respirando el aire puro y fresco de aquellas montañas, sintiendo la fría brisa sobre su rostro marcado por los años y aprendizajes de la vida no podía más que pensar lo orgullosa que se sentía de ser MUJER y de ese gran cariño y admiración que obtenía de los suyos por su capacidad de llevarlo todo siempre con coraje, decisión, valor y lo más importante….Con una amplia y luminosa sonrisa permanente.

 Raquel Martínez.

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Un nuevo reto (29/07/2019)

La noche era fría, más oscura de lo normal, ténebre, muy triste. Selene decidió tras arreglar la cocina salir a dar un paseo por los alrededores, desde que había llegado a aquella casa tan misteriosa sentía algo que no sabía explicar. Llegó allí por casualidad, su trabajo lo requería, era una gran y prestigiosa fotógrafa y le habían propuesto hacer un reportaje de aquellos paisajes tan excéntricos y bellos, para tal fin le prestaron aquella casa para así evitar que tuviera que ir y venir pero ella no se sentía nada agusto allí, esa casa hablaba, como Selene pensaba a menudo.

Sus paredes respiraban, los suelos crujian sin pisarlos, el vello se le ponía de punta en cada esquina por la que pasaba como sintiendo una presencia junto a ella... y eso le asustaba y mucho.

La noche no acompañaba y cada vez se sentía más y más asustada, aún así le echó valor y tras colocarse una chaqueta sobre los hombros y encender un cigarrillo para matar la ansiedad que la invadía, decidió salir a explorar aquel misterioso paraje con la cámara colgada del cuello por lo que pudiera capturar.

Aunque la noche era muy oscura e incluso nebulosa siguió caminando sin cesar observando cada rincón como si en la vida hubiera visto un árbol, una roca enmohecida, una flor cerrada; estaba fascinada realmente, aquel bosque era un lugar maravilloso. Pensó que tal vez aquella fuera una oportunidad que la vida le brindaba para hacerse más fuerte, adentrarse sola en aquel sitio, superar su primera noche en esa casa misteriosa sería todo un reto y la verdad es que ella de buena gana se acostaría bajo el pie de aquel árbol para no tener que volver a aquel tenebroso lugar, pero tras tres o cuatro cigarrillos consumidos y unas cien fotos digitales a la luna, las plantas y las cortezas de los árboles, inspiró y expiró y se dijo a sí misma:

-Vamos Selene... ¡lo superarás! Si la primera noche lo consigues todo estará hecho.

Se dirigió de nuevo hacia aquella casa que sin ella saberlo la gente del pueblo llamaba Maldita sin ni siquiera imaginar lo que realmente escondía tras sus paredes aquel horrendo lugar.

Las hojas secas que como alfombras se aposentaban en el suelo húmedo de aquel bosque crujían al pisarlas y un olor a corteza de árbol mojada embriagaba el ambiente mientras nuestra protagonista caminaba de vuelta hacia su cobijo, había olvidado el móvil en la habitación, con las prisas descuidó cogerlo y no pudo llamar mientras regresaba a nadie solo para poder sentir una voz humana y no encontrarse tan sola y temblorosa en aquel camino oscuro y frío, gracias a la belleza de el lugar se le hacía mas ameno pero aún así no podía evitar sentir ese temblorcillo interior volviendo la mirada a cada momento hacía atrás creyendo haber escuchado a alguien caminar trás de ella cuando en realidad el único ruido existente era el de las hojas y el viento que soplaba fuerte y silbaba a sus espaldas.

A lo lejos Selene creyó divisar una luz parecida a el farolillo de la entrada de una casa, no pudo evitar medio sonreír pensando que gracias a Dios no estaba sola aunque tampoco podía parar de pensar en quien la habría mandado meterse en ese lío solo por un trabajo, con lo agusto que ella estaba en casa... comenzaba a echar de menos inmensamente a sus padres, a su hermano Jorge que la tenía enamorada y a su querido compañero de juegos Lucas, su perrito inseparable, los echaba en falta a todos ¡y solo llevaba allí unas horas! No quería imaginar como terminaría en dos semanas que era lo que le duraba el contrato.

Mientras su cabecita le daba vueltas a todo eso y más seguía acercándose hacia aquella luz que observó que provenía de una antigua casa bastante abandonada y que parecía deshabitada, garraspeó un instante sin saber muy bien si acercarse o irse por donde había llegado, pues aquel lugar le daba más desconfianza aún que donde ella se instalaba... pero le echó coraje y valor fumándose antes por supuesto un cigarrillo-como si eso la hiciera más fuerte-y acercándose lentamente llamó a la puerta de aquel lugar,con su corazón palpitando a mil por hora y los ojos avispados pendiente de cualquier cosa que a su alrededor pudiera ocurrir.

Estuvo unos segundo esperando la respuesta de los habitantes de aquel lugar pero no encontró ninguna,y un poco decepcionada se dió la vuelta cuando de repente escuchó el chirrido de unas visagras al abrirse la puerta y la voz lánguida y temblorosa de una persona mayor le preguntó que deseaba...

Selene volvió su semblante hacía aquel personaje y ante ella apareció una mujer de alrededor de unos sesenta años,con pelo canoso y mirada mustia y afligida,que con una leve pero dulce y esperanzadora sonrisa le dijo:

-Hola muchacha. ¿De donde has salido? Hacía meses que no aparecía nadie por aquí.

La joven un poco retraída y desconfiada a contestarle medio sonrió tambien a la mujer y  dijo:

-Soy Selene, estoy de paso por aquí, a causa de un trabajo, soy fotógrafa y me seleccionaron entre muchos para hacerle un reportaje a este maravilloso paraje, me gustaría preguntarle que sabe usted de este lugar pues yo al menos lo veo una zona misteriosa y enigmática.

La señora volvió a sonreir y apartó la mirada observando con sus ojos grises y profundos el fondo de el bosque que se veía a lo lejos.

-Si así lo deseas pasa, te prepararé un té o lo que prefieras y puedo hablarte un poco de el lugar.

Selene aceptó la propuesta aunque seguía sin estar muy convencida, pero le dió una oportunidad a aquella ancianita de mirada lánguida y llena de franqueza.

-Gracias, acepto encantada- dijo -aunque no tardaré mucho en marcharme, mañana me espera un día duro.

-No te preocupes querida, seré breve y clara. No hay muchos rodeos que dar.

Selene entró en casa de la ancianita esperando que esta le diera una buena respuesta a sus dudas, pero el interior de aquel lugar no hizo mas que despertar en ella un sentimiento escalofriante e incierto, queriendo salir cuanto antes de allí sin saber que razón exponer para ello, aún así decidió esperar y se sentó donde aquella señora le indicó intentando aparentar serenidad y llaneza.

Mientras la anciana preparaba unos deliciosos tés de Lima, Selene observaba los cuadros que colgaban de aquellas paredes de color grisáceo y enmohecidas, las imágenes que dichas pinturas reflejaban no eran muy alentadoras,todas se referían a escenas tristes y trágicas, de animales muertos, de personas con semblante taciturno y tétrico, y un largo etcétera de situaciones aciagas.

Eso hizo que nuestra protagonista se sintiera incómoda más aún si cabe y que no supiera bien como comportarse ante aquella persona de la que ya ni siquiera sabía si le daría para beber un té envenenado.

Cuando la mujer regresó de la cocina con una medio sonrisa reflejada en el rostro y una bandejita con pastas y los tés, Selene no pudo evitar dirigir la mirada a las tazas examinando minuciosa y disimuladamente cada detalle de ellas por si se le escapaba algo sospechoso, pero no encontró nada, ni siquiera una pizca de algún polvillo blanco que apareciera en el líquido como si la anciana hubiera derramado el contenido de su sortija sobre él -demasiadas películas estoy viendo ultimamente- pensó la joven y devolviéndole la sonrisa a aquella señora enigmática y reservada aceptó su taza de té dándole un sorbo suave y degustándola con esmero.

-¿Y dime jovencita?¿Qué es lo que exactamente querrías saber de este maravilloso lugar?

Selene miró fijamente a los ojos verdosos y brillantes de aquella mujer que se sentó frente a ella y dijo con voz temblorosa:

-Lo cierto es que no es nada en concreto, simplemente el lugar me pareció bastante singular y escalofriante y quería saber si alguien de la zona me podría informar, en un principio pensé que estaba aquí sola pero cuando vi la luz de su casa me sentí más tranquila y protegida y quise indagar un poco sobre el pueblo.

La anciana le daba pequeños sorbos a su té mientras escuchaba a Selene atentamente asintiendo con su cabeza a cada afirmación de la joven, cuando ésta dejó de hablar la señora cogió la bandeja y le ofreció una pasta mientras se preparaba para contarle su versión.

-No sé que decirte querida, este sitio siempre ha tenido un halo de misterio y enigma pero en realidad poco hay que ocultar.

Solo hay una historia que puede algo tenga que ver con tanta intriga, si quieres te la cuento...

-Sí por favor- asintió Selene, -me gustaría saberla.

-Pues querida hace años, muchos ya, en la casa que tú estás alojada vivía un matrimonio del cual comentaban que eran inmensamente felices. Él era un joven apuesto, fuerte y decidido y ella era una chica guapa y sonriente, de larga melena rubia y rizada, así como la tuya. Cuentan que eran inmensamente felices y afortunados, tan solo por tenerse el uno al otro pero dicen que un fatídico día de otoño ella salió a pasear por el bosque a buscar setas y jamás regresó, el joven la buscó y buscó por años y años sin encontrar rastro alguno. ¡Cuentan que se volvió loco! Que ella le cantaba por las noches canciones de amor y él las tarareaba a el unísono con su amada, que se volvió arisco y huraño, retraído y esquivo, y que tras una larga espera sin resultados murió de pena en aquella casa y su alma se marchó para reencontrarse con la de su amada...pero tampoco lo logró y su espíritu deambula por los parajes de este entorno sin rumbo y desolado.

-Desde entonces dicen que cuando anochece en esa casa hay ruidos extraños y que todo el que entra lo tiene complicado para salir cuerdo de allí, pues una serie de hechos demenciales y excéntricos vuelven locos a los que habitan ese lugar. No es por asustarte mi niña pero tu cabellera dorada como el oro y tu hermosura pueden confundir a el espíritu, ¡tal vez si has notado algo extraño sea porque él piense que eres su querida amada!

Selene temblaba y sudaba,se había quedado sin apenas palabras y solo acertó a decir:

-Bien, ¿qué mejor manera de comenzar mi estancia aquí?¿Sabiendo que un espíritu puede estar loco por mí?

Las dos rieron irónicamente y terminaron el té, la joven necesitaba irse a descansar pero sentía pánico por lo que pudiera ocurrir entre aquellas cuatro paredes, aún así se armó de valor y despidiéndose con agradecimiento de la enigmática ancianita marchó hacia aquella casa Maldita o como quisieran llamarla.

El camino más oscuro que antes y frío se hacía eterno bajo sus pies, parecía no llegar nunca a el sitio destinado, aunque en el fondo estaba deseando llegar para que todo pasara, ansiaba que las dos semanas que quedaban de contrato pasasen rápidamente para volver a reencontrarse con su anhelada familia, las pocas horas que llevaba en aquel lugar le estaban pareciendo años, pero era un compromiso laboral y no le quedaba mas remedio que cumplir con él, inmersa en sus pensamientos llegó a la casa ,una vez en su interior volvió a sentir aquella sensación de el primer momento, como si alguien la estuviera observando ,más todavía sabiendo la historia que la anciana le contó, temblorosa y esquiva,cogió su teléfono,necesitaba hablar con alguien de la familia para sentirse más protegida,pero nadie contestó, pensó que sus padres habrían salido a darles un paseo a Jorge y Lucas, un largo paseo por la playa a la luz de las antorchas que encendían por las noches en la costa donde vivían, la añoranza le siguió invadiendo, salió a fumarse un cigarrillo al porche, mientras puso un cd de música clásica en el equipo, deleitándose con su melodía observaba con asombro el halo de misterio que rodeaba aquel bosque, lleno de follaje y vida, cuando absorta en sus pensamientos escuchó de repente un portazo en el interior de la casa, Selene tembló al pensar que pudiera estar pasando allí dentro, pero se levantó de las escaleras de entrada y se dirigió a el interior de el lugar para ver si alguna corriente de aire había hecho de las suyas, más no encontró ninguna ventana abierta que hubiera podido causar el estruendo, tras indagar descubrió que la puerta que se cerró era la de una habitación que se hallaba en la planta de arriba, parecida a un desván, Selene asió el pomo con su mano temblorosa y fría, mientras lo giraba para abrirla su corazón latía a mil por hora y un sudor frío recorría su frente, notaba como alguien o algo le susurraba al oído y canturreaba una dulce canción, pero en ese mismo instante recordó lo que la anciana le comentó de las canciones románticas que la amada le cantaba a su querido y pensó que la imaginación le estaría jugando una mala pasada nada más.

Consiguió abrir la puerta y un olor intenso a humedad salió de aquella habitación mezclado con una nubecilla de polvo intensa y pegajosa. La joven entró con mirada asustadiza y dudando si estaría haciendo lo correcto, observó que al lado de la entrada había una llave de la luz y la encendió. Frente a sus ojos apareció un lugar lleno de recuerdos, era como un altar donde había vestidos de una mujer, fotografías, sombreros, zapatos, joyas, libros.......

Todo un sagrario dedicado a su amada, realmente lo de aquel hombre era obsesión, la chica era una auténtica belleza, sus fotos lo delataban, su sonrisa iluminaba el lugar, y en una de las fotos que estaban los dos se les veía tan felices. Selene bajó a por su cámara, pues aquel altarejo le pareció digno de fotografiar, cuando subió con su herramienta de trabajo en mano, se dió cuenta de que la luz estaba apagada, extrañada porque ella la dejó encendida se dispuso a iluminar de nuevo la habitación cuando un escalofrío recorrió su cuerpo y notó como una mano fría y húmeda se posó sobre la suya y una voz le dijo:

-Estás aquí. !Sabía que volverías!

Selene levanto la mirada y frente a ella encontró la figura de un hombre apuesto de vestimenta antigua y mirada penetrante.

-Yo.....yo no soy............

La joven temblorosa y completamente asustada apartó bruscamente las manos de aquel espectro, hombre o como quisiera llamarse y salió corriendo escaleras abajo, una serie de fenómenos comenzaron a ocurrir alrededor de ella, las puertas se abrían y cerraban, las luces se encendían y apagaban, una voz brusca y resquebrajadora le gritaba:

-¡No me dejes de nuevo! ¡No vuelvas a marcharte!

Ella corría sin rumbo por los pasillos oscuros y agrieteados de aquel lugar con lágrimas en los ojos de impotencia y pánico, y el semblante tembloroso y aterrorizado, la presencia la perseguía y una presión en el pecho la asfixiaba, no se creía lo que le estaba pasando, con la cámara de fotos colgada de el cuello Selene salió de aquel tenebroso lugar gritando socorro sin ser escuchada por nadie, se dió cuenta entre sollozos y lágrimas que había vuelto a olvidar el teléfono dentro de la casa pero no dió marcha atrás, llegó al coche y arrancó como pudo conteniendo el temblor de sus frágiles y asustadizas manos, justo al darle la vuelta a la llave observó como se encendía el piloto de la gasolina y pitaba indicándole que podría avanzar solo escasos metros sin repostar, ¿qué más podía pasar? Menuda pesadilla estaba viviendo, su coche no respondía, su cuerpo apenas tampoco,y al salir de él y mirar hacia atrás Selene vió como aquel personaje la perseguía, gritandole que no se marchara, suplicandole que volviera con él, y ella corriendo y lamentando su mala suerte,llegó hasta la casa de la anciana donde unas horas antes había tomado aquel té con Lima que aún saboreaba en su paladar.

Llamó insistentemente a la puerta repetidas veces pero nadie daba señales de vida, desesperada volvió a repiquetear pues veía como el hombre se acercaba cada vez más y más pero la anciana no respondía, ya se hallaba perdida y sin solución, solo quería cerrar los ojos y desaparecer, no sabía cual sería el final que le sería deparado, sentía escalofríos cada vez que recordaba el tacto frío y húmedo de aquel espíritu y ya estaba acercándose a ella, extendiendo sus manos para volverla a tocar, cuando miró hacia arriba y observó como la anciana la miraba desde una ventana sonriendo y diciéndole:

-Selene.....Selene........eres tú la bella dama que él buscaba....eres tú linda muchacha......

Nuestra protagonista se dió la vuelta de nuevo y frente a ella estaba él, acercando las manos a su rostro y con gesto de satisfacción por haberla encontrado. Al notar de nuevo aquel tacto frío sobre su piel, dio un repullo y cerró fuertemente los ojos mascullando entre dientes:

-No quiero estar aquí…..no quiero estar aquí…

Una voz femenina no cesaba de repetir su nombre y el tacto gélido de aquellas manos le apretujaban la cara insistentemente.

A nuestra protagonista le faltaba la respiración y el sudor le aprisionaba el rostro cuando volvió a escuchar…..

-¡Selene!...¡Selene!

La joven abrió los ojos sobresaltada y encontró frente a ella un rostro muy familiar: su madre.

-¿Qué te pasa hija?¿Has tenido una pesadilla?estás sudando voy a traerte un poco de agua.

La muchacha respiró profundamente y sintió un gran alivio al saber que todo había sido solo un mal sueño. Se incorporó en la cama y escuchó hablar a alguien en el salón, se levantó y despacio se acercó a la rendija que quedó entreabierta en la puerta de su habitación y observó como en la sala principal había una señora mayor hablando con su madre, su rostro le resultaba familiar, aquel pelo canoso, esa mirada lánguida y…..

-¡No puede ser!- pensó -es la señora que...

Dejaron de hablar durante un momento en el que la señora se sentó en el sofá y quedó a la espera mientras la progenitora de la chica tomó un vaso de agua en sus manos y se dirigía hacia la habitación de la joven.

Selene corrió hacia la cama y se sentó como si no se hubiera movido en todo el rato.

Y la madre de nuestra protagonista se acercó allí entusiasmada a contarle a su hija la nueva noticia.

-¡Selene cariño! ¡No te lo vas a creer! ¡Acaba de llegar una señora que es directora de una prestigiosa revista y me ha dicho que tiene un reportaje divino para ti en un lugar paradisiaco y con encanto! Dice que la casa donde te alojarías contiene una auténtica leyenda misteriosa y que el bosque que la rodea es sin duda mágico y misterioso!

La joven no pudo evitar sonreir con disimulo recordando aquella horrible pesadilla que le dejó un mal sabor de boca e imaginando que pudiera ser un sueño premonitorio, quedó unos segundos dudosa y pensativa sin saber que decir para no quedar como una tarada, esquivó los ojos de miel de la mujer que le había dado la vida que la observaba con ilusión y confianza y le dijo:

-Solo aceptaré el contrato con una condición.

-¿Y cual es ese requisito querida?

-El de no alojarme allí, iré y vendré a diario aunque gaste combustible, no quiero separarme de vosotros.

-¡Desde luego que sí! Ahora vístete cariño, te están esperando.

-¡Gracias mamá! Iré enseguida.

La joven Selene comenzó a arreglarse satisfecha e ilusionada de tener una nueva oportunidad a su alcance que le ayudaría a crecer profesional y personalmente, y como buena mujer precavida, decidió no alojarse en aquel lugar y llevar siempre el depósito de el coche bien lleno por si en alguna ocasión tuviera que escapar deprisa de ese nuevo reto que la vida le deparaba en un lugar perdido y lejano rodeado de leyenda.

Raquel Martínez.



Raquel Martínez.

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EL YIN Y EL YANG (01/07/2019)

El yin y el yang, el blanco sobre el negro, el negro sobre el blanco.

El negativo; el blanco se torna negro y el negro en un arcoíris de colores, azul de tus ojos, naranja, rojo fuego y pasión de tus abrazos, verde esperanza en la mirada hacia el objetivo que inmortaliza nuestros besos, blanco puro de tu sonrisa, esmeralda y pícara mirada,.... yin y yang, un negativo que se vuelve positivo, solo hay que saber mirar en la oscuridad el blanco y revelar lo que unos milímetros guardan.

Antonio Valencia, "Antuan".

Este relato se publicó primero en "Fundación César Egido Serrano - Museo de la Palabra"


Raquel Martínez
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SUEÑOS ENVASADOS (10/06/2019)

Sueños Envasados.
Es la hora. Los abrigos están puestos, la bufanda protegiendo bien el cuello, el gorro de lana rematado por el pompón que hicimos juntas la semana pasada y las manoplas que cubren esas suaves y delicadas manos indican que estamos listas, vamos a salir. La miro y suspiro por las manoplas, cada vez que se las pongo me pregunto, ¿cómo es capaz de aguantar esa inmovilidad sin un mal gesto ni un ademán de querer quitárselas? A veces imagino que cuando está hurgando  en el bolsillo es porque se libera de ellas y sus deditos bailan de felicidad. Pero no, ahí siguen inmaculadas, bien centrados los dibujitos de unicornios que las adornan y como siempre, la miro y ella me sonríe con un gesto de aprobación y confianza. Cierro la puerta con llave y me aseguro de que está bien cerrada, aún guardo alguna manía del tiempo pasado pero sé que poco a poco irán desapareciendo, como lo ha hecho mi miedo.

Al salir del ascensor y abrir la puerta que da acceso a las viviendas, nada más poner los pies en la calle noto que los nervios aún recorren mi cuerpo de arriba abajo, la espalda se tensa y se me eriza la piel pero miro a mi lado y esos ojos redondos y grandes como faros me reconfortan. Bajamos por la alameda, el sol ya se ha puesto y cogidas de la mano nos adentramos en el bullicio de las calles mezclándonos con los transeúntes. Vamos sin prisa, hemos salido a pasear y que nos dé el aire, pues la semana se ha hecho más larga de lo deseado y la cabeza termina embotada, lo necesitábamos, andar, desconectar e ir mirando los regalos que Papá Noel o los Reyes Magos dejarán en casa.  Las luces le siguen fascinando y los escaparates, repletos de formas y colores, le llaman mucho la atención pero el que más ése, el suyo, su favorito, ante el cual se detiene unos minutos y su carita sonrosada dibuja una gran sonrisa que le llega de oreja a oreja. Yo la veo reflejada en el cristal y me da la sensación de que no son los productos lo que mira, sino a mí y siento que la mirada se pierde y viaja con su inocente mente a querer ser mayor y utilizar los pintalabios, frascos de perfume, rímel, sombras de ojos y coloretes expuestos para parecerse a alguna de sus cantantes favoritas o tal vez a mí, cosa que en el fondo me aterra porque no quiero que se sienta anulada y sin fe en nada. Y aunque no fue fácil dar el primer paso tras una larga temporada encerrada, mustia, sin sentir la caricia de la brisa en mis mejillas, me armé de valor y lo hice porque ella lo merece todo, el esfuerzo ha valido la pena y aquí estamos en mitad de la nada, ella soñando y yo recordando. La sigo observando y me pregunto un tanto intrigada, ¿qué pensará que le hace tan feliz? Ay quién pudiera leer su mente, aunque el brillo de sus ojos hablan por sí solos y quiero imaginar que me dice algo así:

- Gracias mami, ya no estás triste y tienes ganas de jugar conmigo y aunque para mí siempre has sido la más bella del mundo hoy te atreves a maquillarte y “ponerte guapa” de nuevo, me gusta volver a verte sonreír, con luz y color en los ojos como una flor que sobrevive al otoño que anuncia el frío y crudo invierno que se le viene encima, pero que es fuerte, resiste y no se deja marchitar.


Y ese par de minutos en el que ambas hemos viajado a nuestro pequeño universo, me coge de nuevo de la mano y con paso firme y sereno seguimos disfrutando de nuestro paseo. No volveré a perderme estos momentos contigo hija, te lo prometo, me lo prometo. No dejaré nuestros sueños envasados en un frasco para que se pierdan con el tiempo, pues por pequeños que parezcan lo son todo para mí.

Antonio Valencia "Antuan"



Raquel Martínez 

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NIEBLA (13/05/2019)


Son las 22.15 y me dispongo a reponer los medicamentos en los pastilleros de los internos del nuevo geriátrico que han inaugurado en la ciudad. Se trata de un edificio de estilo arquitectónico isabelino con más de 500 años de antigüedad y un claustro maravilloso en el cual va a ser una delicia tomar el té de media tarde acompañado por los ancianitos. Rodeado por los largos pasillos de bóvedas nervadas y ventanas ojivales, los frisos repletos de motivos vegetales y el pozo justo en el centro, el conjunto te transporta a otra época y uno, sin darse cuenta se deja llevar. El convento, aunque antiguo ya sirvió de hospital entre los años 1700 a 1850 gracias a la labor caritativa de las hermanas dominicas, quienes tuvieron que abandonarlo al pasar a ser de dominio público y cerrar sus puertas hasta los días de hoy.
La noche es fría y húmeda, es otoño y este año ha entrado con crudeza, menos mal que la calefacción está recién estrenada y funciona a la perfección. Nada más quitarme el abrigo he notado que el cuerpo ya entra en calor y…los pies, siempre con los pies helados, sobre todo cuando me ponga esos zuecos que más que para trabajar me vendrían de escándalo para ir a la playa.
Entro en la sala de enfermería y comienza la rutina: dejo mi  cena en la nevera, me cambio de ropa…—”los zuecos”— pienso; leo el libro de incidencias y, como siempre María, mi anciana preferida, ha vuelto a quejarse de que la sopa estaba fría, jajajaj, si por ella fuera la pondrían a tal temperatura que fundiría la porcelana de los cuencos en los que la sirven. Nada más, todo parece estar normal, si no hay imprevistos la noche será tranquila y la mañana llegará antes que cante el gallo.
 Salgo al pasillo. La ronda es la habitual, habitación por habitación comprobando que las ventanas estén cerradas, que los internos duerman y las luces apagadas, salvo la de Miguel quien sufre nictofobia y la última vez que se nos olvidó dejarla encendida el pobre sufrió un ataque que alteró a todo ser viviente, tardamos mil horas en calmarlo. Al entrar en la habitación de María encuentro sobre su mesita de noche un libro con una nota que dice: “Marcos, aquí tienes, para que las solitarias noches en tu garita se hagan más amenas”, es un encanto, a pesar de sus quejas por la comida sé que valora nuestro trabajo y nos quiere. Miro la portada y en él una cadavérica imagen llama mi atención y mucho más el título “El monstruo de Londres” de G. Pombo, uf, esto promete.
La curiosidad y ganas de empezar la lectura son tales que ahora la ronda empieza a parecer interminable, que si una bata mal colgada, una cucharita del postre de la cena olvidada, un grifo que gotea y un halo de luz que entra por la ventana me hacen girarme sobre mí para comprobar en varias ocasiones que no son las luces de las habitaciones que permanecen encendidas, esta María sabe cuánto me gusta la lectura, aunque si lo pienso bien es una anciana muy lista, me ha dejado este libro para que no me duerma y esté pendiente de ellos durante la noche.
Llego al estar, anoto “primera ronda sin incidencias” en nuestro registro  y me acomodo para iniciar la lectura, esperando poder dejarla bien avanzada y que no me dure una eternidad, señal de que la noche ha sido de lo más apacible. Las primeras páginas pasan sin solución de continuidad y capítulo tras capítulo me siento abstraído por la historia. Es interesante, tensa y en algunos momentos angustiosa, lo que mis ojos transmiten a mi mente supera la ficción. Los capítulos siguen pasando y quisiera seguir hasta el final pero la verdad es que he de hacer un “break” y comer algo, la música de mi estómago ha ido en aumento y el rugir es tal que ya no dejaba concentrarme. Me dirijo a la nevera cuando mis ojos se desvían hacia el gran reloj que preside la sala –¡Dios!— exclamo. Mi turno está a punto de acabar y no he hecho la ronda de media noche, esto no se lo perdono a María, sí que ha conseguido mantenerme bien despierto, pero no pensaba que el tiempo llegara a volar de esta manera.
8.00 a.m. llega el turno de la mañana, nos saludamos y con la cara sonrosada por la temperatura del lugar me dispongo a salir a la calle. Miro a través de la cristalera de entrada, a penas se ve, abro y comienzo a caminar por el solitario parque pisando las hojas caídas de los árboles que debido a la humedad no crujen, sonido que no me importaría escuchar porque para mí hay demasiado silencio y mi mente se despista, me traslada a otro momento y otro lugar…
Londres, finales del siglo XIX. Tras la interminable noche, la débil luz del amanecer intenta penetrar entre la densa niebla. Cierro los ojos y oigo su respiración, Jack está muy cerca. Casi sin aliento los vuelvo a abrir y la calma regresa para acompañarme de camino a casa. —“No vuelvo a leer una historia de miedo durante la guardia de noche”— pienso, mientras me dejo engullir por el abrigo que protege de la húmeda y fría otoñal mañana. 

  Antonio Valencia "Antuan"
  
Raquel Martínez

Comentarios

  1. Estupenda historia ,espero otra noche de guardia para conocer el finai

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  2. Fantasticos ,emocionantes y emocionados !! ME GUSTARIA LEER MAS

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